Cuidemos la piel 2 – Protección solar

Febo asoma y una vez más volvemos al mismo tema… que si el sol hace bien, que si el sol hace mal… Creo que todos podríamos coincidir con que las dos afirmaciones encierran una verdad: el Sol no es bueno ni malo en sí mismo.  La idea de la nota de hoy es acercarte información para evaluar cuándo tomar Sol nos es de beneficio y cuándo no. Para ello es fundamental  conocer el objeto con el que vamos a interactuar. Así que primero te sugiero repases conmigo algunas cualidades del Astro Rey. sol1

El Sol es beneficioso para estimular la síntesis de vitamina D, la cual fortalece el sistema óseo, también  favorece la circulación sanguínea y tiene efectos importantes en el estado de ánimo (realizar actividades bajo el Sol suele ponermos de buen humor).

 

Las radiaciones que emite el Sol se clasifican en:

ultravioletas:

UVC: son las más energéticas. No llegan a la superficie de la Tierra porque las absorbe la capa de ozono (no olvidemos que la capa de ozono se está afinando progresivamente y en algunos sitios ya sabemos de la existencia de agujeros).
UVB: penetran a nivel epidérmico y provocan eritema y bronceado de la piel.
UVA : llegan a niveles profundos de la dermis. Provocan pigmentación inmediata. Son las responsables del envejecimiento de la piel y del carcinoma o melanoma.

visibles: de efecto luminoso. Penetran hasta la hipodermis (tejido adiposo).

* infrarrojas: de efecto calorífico. Dan sensación de calor pero no queman. Penetran hasta la hipodermis.

También ten en cuenta estos datos a la hora de exponerte al Sol : cuanto más alto te encuentres (por ejemplo en la montaña) mayor es la intensidad solar; al mediodía los rayos caen perpendiculares con respecto a la superficie terrestre, con lo cual son más intensos, en consecuencia se desaconseja estar bajo el Sol a esa hora; según la estación del año la oblicuidad de los rayos varía ( en verano caen perpendiculares y son más intensos); las nubes y la humedad absorben parte las radiaciones; la reflexión de los rayos solares varía según la superficie (nieve 85%, arena seca 17%, agua 5%, hierba 3%, asfalto 2% ).

Existe otro dato: el UV. Es un índice  mundial de estimación del promedio de la radiación ultravioleta (UV)  máxima en la superficie de la Tierra. Te paso los índices: exposición baja (entre 0-2) /  exposición moderada (entre 3-5) /  exposición alta (entre 6-7) /  exposición muy alta(8-10) / exposición extrema (11 en adeltante).

Si estás en España, puedes averiguar el índice UV que corresponde a tu región en la Agencia Estatal de Meteorología:

http://www.aemet.es/es/eltiempo/prediccion/provincias

Hasta aquí te hablé del sol, ahora volvamos la mirada hacia nosotros…

Cada piel tiene una capacidad de respuesta a una misma radiación solar. Ello está definido genéticamente por el fototipo. Fíjate en esta clasificación a ver si te encuentras:
Fototipo 1: personas de piel muy plálida, con pecas, pelirrojos, albinos, ojos claros. Eritema (rojez) intenso, no se broncean.
Fototipo 2: personas de piel blanca, sensible y delicada, cabellos rubios o claros. Eritema intenso, apenas se broncean.
Fototipo 3: personas de piel blanca (intermedia), cabellos y ojos castaños. Eritema moderado, bronceado moderado.
Fototipo 4: personas de piel morena, cabellos y ojos oscuros. Eritema ligero, bronceado fácil e intenso.
Fototipo 5: personas de piel negra, cabellos y ojos oscuros. Sin eritema y bronceado intenso.

Sabiendo un poco más sobre nuestra piel, intentemos ahora elegir el Factor de Protección Solar (FPS) adecuado. Este es un número que indica el tiempo que una persona puede estar expuesta al sol sin sufrir quemaduras. Es decir: un FPS 8 te permite exponerte al sol 8 veces más del tiempo que lo harías sin protección. El FPS 15 te permite estar 15 veces más al sol y así con cualquier factor que elijas.
El FPS adecuado para tu piel se averigua haciendo un cálculo sencillo: supón que puedes estar bajo el sol sin protección por 10 minutos hasta que tu piel se enrojece. Escoge un número de FPS, por ejemplo 8. Ahora multiplica los datos que tienes: 10×8, el resultado es 80, lo que te indica que puedes estar 80 minutos al sol sin riesgo a sufrir quemaduras.

Por último y no menos importante es saber  la utilización correcta del filtro solar:

  • Empieza  actuar media hora después de haber sido colocados y se renueva cada dos horas. Si sudas mucho o  te has metido al agua debes renovarlo inmediatamente después de salir sin importar cuándo fue la última vez que te lo pusiste.
  • Aunque estés bajo una sombrilla debes usar filtro solar (recuerda cuando te hablé de la reflexión de los rayos solares).
  • Cuando compres un filtro solar asegúrate que en el envase esté escrito que te protege de las radiaciones UVA (son las más peligrosas).

IMPORTANTE:  los ojos también absorben las radiaciones solares, por  ello  debemos acostumbrarnos a usar gafas con cristales que las filtren.

Espero que toda esta información te sea de utilidad y la puedas aplicar.

> MÁS INFORMACIÓN:¿Qué son los radicales libres? , Exámen de la piel , Hidratación cutánea

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Cuidemos la piel 1 – Cáncer

A un mes de la llegada del verano me es imposible no hablar del uso de protección solar y del cáncer de piel, aunque considero que estos temas son para tocar en cualquier momento, ya que el sol está presente (¡menosmal!) los 365 días del año. Además, este blog nace en vísperas estivales. Por ello fue que  elegí escribir sobre el cáncer de piel en el artículo presente.

Melanocitos normales (arriba) en comparación con los senescentes melanocitos con mutaciones causantes de cáncer (en la parte inferior). Fotografía: María S. Soengas, Ph.D., Escuela de Medicina de UM

Melanocitos normales (arriba) en comparación con los senescentes melanocitos con mutaciones causantes de cáncer (en la parte inferior). Fotografía: María S. Soengas, Ph.D., Escuela de Medicina de UM

Para empezar les cuento que la epidermis es la capa más externa de nuestra piel y está compuesta principalmente por células llamadas queratinocitos. En su estrato más porfundo se encuentran las células basales (son células madre) que por división celular van ascendiendo y sufriendo transformaciones hasta llegar a la superficie donde descaman. Aquí estaríamos hablando de corneocitos o células escamosas. Los melanocitos también están presentes en la epidermis. Son células encargadas de producir melanina, pigmento natural de la piel (cuando la piel está expuesta al sol, los melanocitos producen más pigmento y en consecuencia la piel se oscurece. El bronceado es la respuesta natural del organismo frente a las radiaciones ultravioletas).

Teniendo presente estos datos paso a hablarte del cáncer de piel. Lo podemos definir como una afección por la cual se forman células malignas en los tejidos de la piel. Tiene su inicio en la epidermis y los hay de diversos tipos. Una primera clasificación sería: cáncer de piel sin melanoma y con melanoma. Los tipos más comunes son los sin melanomas: el carcinoma de células basales y el carcinoma de células escamosas. También existe la queratosis actínica que es un trastorno de la piel que algunas veces se convierte en carcinoma de células escamosas. El melanoma es el otro tipo de cáncer, que es menos frecuente. Se inicia en los melanocitos y es el más agresivo ya que puede diseminarse a otras partes del cuerpo a través de los sistemas linfático y circulatorio.

Nuestra piel, como órgano vivo que es, experimenta cambios constantemente. Es necesario que aprendamos a observarla no sólo para descubrir que tenemos una nueva arruga o un pocito más de celulitis, sino para estar atentos a su salud. Si conoces tu piel te será fácil detectar hasta los cambios más pequeños. Este examen propio no excluye la consulta a un médico dermatólogo para que pueda darte el diagnóstico del estado de tu piel.

¿Qué observar? Por ejemplo tus lunares: si cambian de forma, de tamaño o color. Detecta si tienes alguna mancha nueva: cómo es su relieve o su textura, si sangra, si cicatriza o no. Palpa la piel para conocer su superficie, si ha surgido algún nódulo. Incluye en tu examen los labios, la orejas, los ojos.

Recuerda: no todos los cambios que vemos en la piel son signos de cáncer.

> MÁS INFORMACIÓN:¿Qué son los radicales libres?¿Te cuidas del sol? , Instituto Nacional del Cáncer

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